Dos de las emociones más básicas y primitivas, el miedo y la tristeza, funcionan como principal punto de conexión entre estos dos proyectos. En ellos, a través de un proceso de introspección profunda, y utilizando estas emociones como disparadores para generar textos e imágenes, se da cuenta del dolor causado por múltiples factores externos e internos.

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  Ambos proyectos muestran de manera muy personal lo que significa atravesar escarpados paisajes como la depresión, el duelo, y el terror onírico que despierta la idea de la mortalidad. En los dos casos, la idea de pozo es una de las metáforas más fuertes: por un lado toma la forma de un pozo emocional donde se encuentran las turbias aguas de la depresión, y por el otro, el llamado pozo de la inconsciencia, donde habitan el inconsciente individual y el colectivo. Estas serán las principales ideas a tener en cuenta a la hora de pensar la exhibición.

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  Mediante un paisaje lúgubre conformado por más de 18 piezas se invita a los espectadores a adentrarse en las mentes de estos dos artistas que, a través de metáforas otoñales, paisajes románticos y pensamientos existencialistas, buscan dar cuenta de lo que habita en el inconsciente humano y aquello que todos compartimos como especie sintiente.